Políticas de Hambre





Sería año 2008. Me recuerdo sentado en una mesa defendiendo "el modelo" del gobierno Kirchnerista con mis 18 años.  Argumentaba que, según la curva de philips, hay que elegir entre inflación y desempleo, y el gobierno, con mi aprobación, elegía la inflación. Incentivar el crecimiento del consumo interno, a pesar de la inflación, ese era el camino a un buen desarrollo. Mientras los salarios le ganaran a la inflación... que mal había? Si la inflación es solo un número, lo que importa es el poder adquisitivo, la capacidad de la gente de comprar lo que necesita.

Pero era ahí donde la frase "desarrollo con inclusión" se transformaba en mentira. La inflación siempre funcionó como un impuesto oculto que afecta a los mas vulnerables de una sociedad. La inflación es la "política" mas regresiva y vil que una sociedad pueda tomar.

Supongamos en una sociedad de 10 personas, un desempleo muy grave puede afectar a 3 de cada 10 personas.







Aquellos que no puede calificar para un trabajo formal quedan afuera del sistema, y deben sobrevivir haciendo changas, trabajos eventuales o realizando una trabajo en la informalidad. Un problema grave. Pero no tan grave como la inflación.


La inflación afecta a 8 personas de esta sociedad. ¿Porqué? porque abre la brecha de la desventaja entre los formadores de precios y los compradores. Aquellos que tienen posibilidad de ajustar sus precios rápidamente (muy pocos, generalmente empresas con poca competencia) siempre están por delante de la inflación. Mientras aquellos que tardan mas actualizarse (mayoría de los empleados y mas gravemente los desempleados que dependen a su vez de la actualización de salarios para ajustar sus tarifas de "changas") están corriendo siempre detrás.

Peor aún, la inflación funciona como un impuesto oculto. El impuesto mas malicioso que pueda existir, que castiga a los que menos tienen para financiar a quienes tienen la posibilidad de acceder a créditos productivos. Las empresas pueden acceder a créditos donde consiguen dinero que les resulta cada vez más facil de pagar, porque el monto que deben devolver es cada vez menor con relación a lo que aumentan sus ingresos mientras aumentan los precios. ¿Quién paga la diferencia? Los consumidores, los que no puede acceder a un crédito y ven el valor de sus ingresos disminuidos día a día.

¿Entonces eran las empresas responsables de la inflación? Sólo las que no tienen competencia, los carteles y monopolios la impulsan un poco. El grueso de la inflación la genera el gobierno que gastaba más de los que podía pagar e imprimía pesos inexistentes para pagar sus deudas. Al gastar y no invertir, la economía dependía del precio de la soja para crecer. cuando el precio bajó, la economía se estancó, y los impuestos subieron para mantener el ritmo del gasto. Si esa política seguía, en un momento los impuestos serían mayor al crecimiento de la economía y el país entraría en recesión, como Venezuela lo demuestra.

El gobierno anterior, mas marcadamente desde la gestión de la señora Fernández, tapó esas injusticias que generó con un método clásico de la decadencia, pan y circo para hoy, hambre para mañana. Subsidios al consumo. Tomar fondos de las inversiones que se deben realizar para el futuro y volcarlas en subsidios para alcanzar precios baratos, que impulsen un consumo irreal en relación a la infraestructura real, castigando así también el medio ambiente.

Esa política de corto plazo estaba llegando a su fecha de vencimiento. Accidentes de trenes, rutas intransitables (como camionero las conocí bien), cortes de luz y gas. Pero siempre hubo sueldos de empleos públicos que no siempre generaban un servicio útil, siempre hubo fútbol para todos y servicios baratos, siempre hubo millones de gasto en publicidad de las virtudes del modelo de consumo, siempre hubo fondos para licitaciones públicas de lo más corruptas.

Dejar el gobierno llegando la fecha de vencimiento pareció ser una buena estrategia. El "ajuste" que lo realice la "malvada" gestión siguiente.

Si hoy, 8 años después, tuviera la misma conversación diría que prefiero el desempleo a la inflación. Por feo que suene. Con seis meses de ajuste por cumplir, si me dan a elegir,  prefiero ahorrar en mis consumos de electricidad y luz antes que saber que la inflación  se establece como método de generación de desigualdad. Los más pobres, los que realmente no alcanzan a comprarse un paquete de fideos, ni siquiera tienen servicios a su nombre.


En casi seis mese de necesario ajuste no veo una sociedad que se cae a pedazos, (a pesar de la caída del súper socio Brasil) sino gente que con la falta de práctica tras una década despilfarro, naturalmente, le cuesta entrar en el funcionamiento normal de una economía. Considero al ahorro, a pesar de la publicidad del modelo K, un virtud. Como diría un hombre de campo, "vamos a ver como se revuelca el toro".

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